Salir a pasear por esas calles con tanta historia, iluminadas por unas farolas que le dan al ambiente un tono nostalgico.
Un local, entramos, un vino, unos pinchos, bullicio, sonrisas, miradas y mucho que contar. Salir y caminar con un destino, un local donde habia una sesión de flamenco.
Pero ese mismo destino, caprichoso a veces, quiso que estuviese a tope, por lo que decicimos ir a otro local para tomar un gin, y llegamos a Modus Vivendi.
Bajamos, y nos encotramos con un recital, intimo muy intimo, de unos chicos cubanos.
Apenas 12 personas disfrutamos esa noche de esa musica calida y sensual, y en muy buena compañía.